The trees are showing us how beautiful it can be to let go.

 

El otro día tuve la suerte de poderme dar un baño de naturaleza y empaparme del otoño en su máximo esplendor. Lejos de sentir la nostalgia -que para mí siempre fue el aroma de esta estación-, me conmovió la sensación de transformación y vida que rebosaba.

Aunque parezca lo contrario, los árboles se hacen fuertes en otoño. Dejan de estar pendientes y darles energía a sus flores, a sus frutos, o a cualquier demanda o resultado externo. Sueltan y se desprenden de todo, serena y dignamente, y empiezan a llevar su energía y su atención hacia adentro. Hacia su raíz. Hacia su autenticidad. Hacia su ser. Lo que podría parecernos decadencia o muerte, es, en realidad, una re-conexión profunda, que supone el máximo impulsor de vida.

¿Te imaginas como sería si nosotros hiciéramos lo mismo? Si nos diéramos un espacio y un tiempo para reconectar con nuestra esencia, regenerarnos y nutrirnos. Si dejáramos de estar pendientes de todo lo externo para cuidar de lo interno. Si soltáramos con serenidad y dignidad todo aquello que nos condiciona y nos pesa, lo que nos agota y aleja de quien realmente somos, y nos acercáramos con curiosidad y aceptación a nuestro verdadero ser.

Lo cierto es que, al igual que los árboles, tenemos esa elección. Siempre. Pero, como ellos, necesitamos confiar ciegamente en el proceso. El otoño no se cuestiona si iniciar o no ese camino, tampoco el por qué renunciar a esos frutos tan vistosos, y que tantas veces nos ciegan. Nos sobran motivos para aventurarnos hacia dentro, pero a veces nos falta determinación y constancia para hacerlo. No saber con qué nos vamos a encontrar puede asustar, pero no hay duda de que el viaje no es en balde. En ti está la fuente de todo. Por eso cuando dejas de buscar y aguardar fuera, para descubrir y reencontrar dentro, entiendes cuál el verdadero secreto. El que te permite reconocer y sentir toda la potencia, el amor, la energía y luz que eres. El que te proporciona las respuestas que tanto anhelabas. El que posibilita reconocer y reconectar con el torrente ilimitado de vida que eres. Si la naturaleza, que es sabiduría en su estado más puro y desinteresado, repite este recorrido, año tras año, será porque, igual, vale la pena intentarlo ¿no crees?. ¿Por qué no probarlo?

 
Zentro YogaComentario